San Gregorio Ostiense

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Quien suba por primera vez a la basílica quedará sorprendido del goce que proporciona su contemplación y la del paisaje circundante. De peña, calificaba Madoz a la sierra sobre la que se asienta, lo que está de acuerdo con la tradición: roca de pinniana se escribía en el siglo XI. En una vuelta de horizonte inmediata se ve, por el sur, el contraste entre las areniscas y arcillas rojo-vinosas de Mues y los yesos oligocénicos de Los Arcos, bajo una de cuyas capas se cobija esta villa; por el O y NO, los tonos gris-azulados correspondientes a las calizas mesozoicas, fragmentadas por una densa red de fallas y cabalgamientos de diversos bloques montañosos delimitados por grandiosos escarpes que conocemos como la sierra de Codés, latosensu; por el Norte, las Dos Hermanas son una de sus prolongaciones, pasado el pasillo tectónico de Asarta-Mendaza.

La basílica de San Gregorio Ostiense es uno de los conjuntos más representativos del barroco Navarro. En su primera fase constructiva, finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, se levantaron la nave, la maravillosa portada retablo y la torre, mientras que en una segunda fase rococó, tercer cuarto del siglo XVIII, se construyo el crucero y la cabecera con el camarín.

El retablo mayor rococó, de gran efecto visual, se integran las preciosas estatuas de San Gregorio, Sto Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, obra de Roberto Michel, autor también de San Joaquín y San Isidro labrador, en los laterales. El conjunto se completa con la decoración rococó de bóvedas, cúpula, pechinas y camarín.

Los restos de San Gregorio se guardan en un arca plateada, aunque la reliquia más popular y venerada es la cabeza de plata hecha por José Ventura en 1728, que contiene huesos del santo y por la que pasa el "agua de San Gregorio" con la que se bendicen los campos.